11 de enero de 2007

11 de Septiembre


Mi ser está triste;
triste como este otoño nublado,
como mis madrugadas de lágrimas
calladas,
como los murmullos ahogados
de mi pecho,
como el lamento atormentado
del viento
tras los cristales.
Te podría contar
que mi corazón está triste;
triste por tu sufrimiento cruel, amigo,
por la tierra mojada que pesa
en tu pecho,
por tus ojos cerrados y tus labios
inertes.
¡Cuánto te podría contar, amigo!
Mis esperanzas quedan tristes;
son tristes desde que se hundió
mi cielo callado;
en unos segundos el mundo se tornó
extraño,
cuando ya creían haberlo conocido
mis dedos frágiles.
Mis días son tristes;
tristes y amargos cuando estoy sola
sabiéndote en soledad,
tristes y duros como la piedra
que te encierra;
días perdidos sin saber dónde,
entregándome al abandono
por la inercia del dolor.
Sigo triste, amigo;
por no tenerte como tantas veces
por no remediar tu espantosa soledad,
por no tener palabras que me escuches,
por no tener ojos para verte,
por no escuchar tus latidos...
Sigo triste.
Por sólo tener tu recuerdo
pasado y no tenerte a ti.

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