
Los hay que se cuelan en tu vida sin avisar.
Entran tendiéndote la mano con una sonrisa, ocupan un espacio y te regalan los oidos. Como en un mercadillo, te ofrecen su mercancía y tú que estás espectante y con el corazón abierto te dejas vender la moto...
.
¡Bonita moto, Perla!
Claro que cuando comienzas el rodaje es cuando empiezan los ruidos raros. Ahora arranca, ahora para en seco. Un día el motor se calienta (hummmm) y cuando menos te lo esperas ¡¡sorpresa!! se te ha gripado. Y piensas: "Yo le eché gasolina... Si funcionaba bien... ¿acaso no iba todo sobre ruedas?..."
Y la moto al final, no te lleva a ningún sitio.
Así ocurre en ocasiones con las relaciones con el otro sexo: Que no te llevan a ninguna parte y te dejan tan maltrecha... que se te quitan las ganas de volver a montar en moto.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario