27 de enero de 2007

Día a la memoria del holocausto


Creo que da lo mismo que fueran judíos, gitanos, comunistas... Por encima de todo aquello, eran seres humanos, algo de lo que estaban muy lejos de ser sus verdugos.


Nunca entenderé el por qué de las guerras pero mucho menos entenderé por qué en ellas el hombre se convierte en un animal salvaje, pierde el raciocinio y es capaz de llegar a límites insospechados que comulgan con el horror y la barbarie. Tal vez no somos tan racionales ni tan humanos porque obramos como auténticas bestias de mente enferma.


Jamás olvidaré lo que sentí al recorrer el museo judío de Praga. Muchas de sus salas están dedicadas a los niños que vivieron y murieron en el campo de concentración de Terezín. Este campo dió cobijo a unas 140.000 personas, de las cuales murieron en su interior 34.000. Entre 1942 y 1944 los alemanes trasladaron de este campo a otros de exterminio a unas 87.000 personas de las cuales 83.000 fueron asesinados, torturados, fallecidos en las marchas forzadas... exterminados, en resumen.


En las salas del museo puedes encontrar fotos, utensilios varios de la vida cotidiana, objetos testigos mudos del horror... Pero lo más espeluznante de todo es saber que en Terezín vivieron muchos niños. Niños que contaron lo que veían a su alrededor a través de sus dibujos y sus poemas... Cuando te paras a observarlos en el silencio opresivo de la sala puedes sentir como te falta el aire. Lees sus nombres y junto a muchos de ellos, la fecha de su nacimiento y la fecha de su muerte. Los ves desfilar ante tus ojos uno tras otro... los colores tristes, sus familias pintadas a girones, sus destinos perfilados a lapicero, sus vivencias, sus lágrimas, a veces narrando los sueños de lo que tenían y se perdió.... Te transportan a esos momentos de horror, puedes percibir lo que sintieron, vivir por segundos lo que contemplaron sus ojitos inocentes... y sólo te queda irte a llorar a un rincón escondido llena de algo parecido a la impotencia. Cuando sales del museo llena de preguntas sin respuesta, te encuentras un cementerio judío repleto de tumbas antiguas apiladas. Observas con profundo respeto que en algunas han dejado mensajes escritos en papel cuidadosamente doblados, sujetos con piedras. Lo recorres sin saber muy bien dónde vas. Tal vez intentando asimilar lo que has visto, tal vez buscando en la soledad un poquito de entendimiento, o una paz en tu interior que en ese momento esta repleto de sentimientos encontrados, de rabia, de asco.... Eran 15.000 niños, sobrevivieron 100.


Muy cerca hay una sinagoga.... Y yo me pregunto una vez más ¿Dios es tan cruel que deja que estas cosas sucedan sin hacer nada por evitarlo? ¿Realmente hay un dios? ¿o en verdad sólo es una creación del hombre para justificar a veces lo injustificable? Cada persona tiene su dios. Los asesinos también. Y rezan. Y son perdonados... para poder seguir cometiendo sus crímenes con la conciencia tranquila y las manos limpias.


Hay cosas que no deberíamos olvidar nunca para no volver a repetirlas. Hay que tenerlas siempre presentes en nuestras vidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todos deberiamos pararnos un momento a pensar en estas cosas.

Tía me alucina tu sensibilidad porque se que te nace de dentro.