se llevó mis últimas sonrisas,
mis últimas luces de esperanza,
mi infantil canción,
mi confianza en la vida.
Sé
que jamás volveré
a ser como antaño,
que algo
se rompió en mi alma
con tu marcha
y me dejó un ser
angustiado y desconocido,
temeroso del mundo,
con la rabia contenida en mi pecho
y mi impotencia
marchando a pasos agigantados
tras de ti.
Sé
que jamás tendré
otro mundo de muñecas,
de pronto
mi inocencia pasó veloz
a tu lado,
me abandonó
y quedé perdida
en una encrucijada de caminos
que nunca había soñado;
sin saber a dónde ir,
con mi corazón pisoteado
y mis ojos marchitos.
Sin ti.
De pronto se perdieron
las mejores páginas
del libro de mi vida;
y mi tristeza creó
mis mejores poemas.
Mi fé
marchó tras de ti
y no dejó huellas
para retornar otro día.
Tu muerte
se llevó nuestra primavera,
nuestro pueblecito al sol,
las ansias de vivir,
la fuerza...
Sé
que jamás volveré
a sentirme como antes,
que mil suspiros surcan
mi cielo
y un nudo en la garganta
me oprime
cuando te pienso.
Sé
que no volveré
a dibujar colores,
que el calor de nuestros cuerpos
no dejará su huella
otra vez
en la hierba fresca;
que el camino será duro y penoso
al mirar atrás.
Sé
que mi casa
se me hará más vacía,
que seguiré escribiendo
como tú querías,
que tendré miedo a perder;
que quisiera pensar
que te vas
pensando en volver
sabiendo
que no volverás.
Sé
que nunca olvidaré,
que nadie ocupará
tu lugar en mi
y lo que sentí por ti
quedará para siempre.
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