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SIN FRONTERAS
Hoy leí: "A las patrias les gusta el inmovilismo. Cuanto menos te
mueves más patriota eres. El nacionalismo se cura viajando"...
Creo
profundamente que esas palabras tienen mucho de razón. Yo que desde los
18 años he sido un culo inquieto y me he pateado desde la antigua
Yugoslavia de antes de la guerra civil, hasta la Checoslovaquia
comunista de los tanques en la calle rememorando la primavera de Praga,
de la Turquía más asiática y radical, hasta el misterioso Lago Ness en Escocia,
el Londres oscuro de Jack el Destripador o el París sin Eurodisney pero
con Montmartre atiborrado de pintores, me he perdido en el barrio de la
Placa en Atenas y he nadado en las aguas termales del hotel Gellert en
Budapest, he visto la aurora boreal en el horizonte en Invernes, me he
muerto de miedo una noche en la isla de Torcello y he tocado la guitarra
y he cantado con los marineros bajo la torre de L'orologio en Venecia,
me he bebido todo el vino de Oporto (o al menos todo el que conseguí
beberme entre risa y risa), he recorrido la isla de Poros en bicicleta y
he disfrutado de rincones de cuento en la Selva Negra y hasta he echado
carreras sobre un camello y he visto anochecer en el desierto del
Sahara o me he bañado bajo las cascadas del oasis de Chebika en Tunez...
Siempre he dicho que soy un compendio de todo lo que he vivido y he
absorvido. Me he dejado mi alma, mi cariño, mis risas y mis lágrimas, mi
vida, en cada uno de los rincones que he conocido, en las gentes y sus
costumbres que he compartido. Tal vez por eso siempre me he sentido
ciudadana del mundo. Soy de cada lugar que he pisado, donde he dormido y
del que he hecho mi casa por un tiempo.
Cuando tienes la oportunidad de
salir de tu pequeño círculo y descubrir cuán grande es el mundo y todo
lo que te ofrece y puedes aprender, ya nada vuelve a ser igual. Creces y
te hace crecer la mente, ampliar tus miras, ensanchar tu alma y lo que
es mejor, entender que todos somos seres humanos y que no tenemos la
culpa de nacer donde nos ha tocado, que no deberían existir las
fronteras y deberíamos poder elegir el lugar del mundo donde nos
gustaría quedarnos.
Luego escuchas hablar de nacionalismos y de patrias y todo te resulta tan absurdo...
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