28 de diciembre de 2006

A veces quedan cosas...

Queda la música,
penetrando entre las cuencas arrinconadas
de nuestro cerebro dormido.
... El rugido del mar en la distancia
cercada de recuerdos.
Queda la música,
entre el rocío de la mañana y las palabras
prohibidas de un amor desamparado.
.... La muñeca rota tirada en el asfalto,
mientras una lágrima desborda su cielo.
Queda la música,
caminando junto a las huellas que nuestros
pasos marcaron en el pasado.
... Bajamos escaleras diferentes,
tramo a tramo, sin querer; la llave
se echa tras nosotros lentamente.
Queda la música,
entre sonrisas capturadas,
entre miradas preventivas, entre el amargo
sabor de las palabras.
... Los sentidos contenidos a la fuerza;
el roce que nos roba el tiempo y la distancia.
Queda la música,
la sensación de unos dedos entrelazados,
de un susurro al oído,
de un murmullo errante a donde quiera
que vayamos.
... El olor desconocido de otros lugares,
todo revuelto en nosotros
pero esa paz significativa,
el calor de los sueños que sólo son eso.
Queda el sueño
al otro lado de la almohada;
y la música....
justificación fehaciente.

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