Que pobre quedael cuerpo
cuando la voluntad se te escapa
de las manos;
que inseguro
cuando te falta ese punto de
apoyo que te da el oxígeno.
Qué pobre queda
el cuerpo,
cuando el destino
maneja tus hilos a su antojo
y te conviertes en esa pobre
marioneta ridícula
a merced de manos corrompidas
y crueles.
¡Qué dolor no tener fuerza!
Qué dolor cuando quedan
destruidos estos pobres tendones
mortales a merced
de otras fuerzas...
Qué pobre queda
el cuerpo
cuando el dolor se apodera
de los sentidos;
¡que pobre queda el alma!

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