Seguiré agitando cascabeles
por los rincones de tu alma
para que me intuyas cerca
aún cuando me quedo muda,
paseando este silencio
a veces seco de palabras.
Hasta si hace faltare
recorreré el monte oscuro
en busca de luciérnagas
que te iluminen la sonrisa,
que te enciendan la mirada.
Si mis manos supieran hacer magia
o pudiera hacer malabares
con las expresiones de tu cara,
te borraría de un plumazo la tristeza
y dibujaría alegría a pinceladas.
Sí, a veces cambiaría el mundo…
pero soy tan insignificante
y me veo tan limitada,
que solo puedo soñarlo,
y compartir contigo mi almohada.
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