Te amo.
Te lo dicen así en bajito y con voz quebrada mirándote a los ojos y de pronto el mundo a tu alrededor se desvanece. Por unos instantes pierdes la noción del tiempo y del espacio y más allá de tí y de él no hay nada. Es como flotar dentro de una nebulosa de felicidad y sabes que nunca habrá nada más maravilloso que ese momento.
Te amo.
Vences el vértigo y saltas al vacío. Te lanzas de cabeza a unos brazos que se abren ante tí, con confianza, sin miedo. Te crees tan afortunada, tan fuerte, tan segura, tan especial...
Que cuando intuyes incrédula que ni hay amor ni hay brazos, comienzas un descenso en picado hasta la miseria más absoluta: el desasosiego, la desconfianza, la humillación, la soledad, la fragilidad...
Y te preguntas cómo es posible que un "te amo" tan pronto pueda emponderarte como pueda destruirte en pedazos.
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