31 de agosto de 2017

Tú me haces sentir madre


Adoro cuando amaneces al día, mi pequeña:
La sonrisa de tus labios revolotea coloreando
tu rostro como mariposas a raudales.
Tus ojos, rayos de agua dulce en el torrente
de tu infancia que me empuja y que me envuelve
susurrando a mis sentidos de amor a cada instante,
tan tierno, tan fuerte, tan grande...

Adoro tus manos como pajarillos juguetones
aferrándose a mi cuello entre mimos.
Como una extensión de mí misma, en
ese abrazo siento tu cariño latido con latido,
aflorando parte de mi parte
cuando enredas tus cabellos en los míos,
reflejando en la tuya mi inconsciencia,
encontrando en tu alegría mi delirio.

Para tí estoy, mi angelote. Y en tí me hallo.
Guardo tus mariposas, tu sol, tu inocencia,
tu encantadora niñez
en el cuenco de mis manos.
Junto a esos retazos de miradas cómplices
guardo tu dulzura envuelta en flores,
junto a la perfección de tus caricias,
tus besos, tus risas,
que a fuego van marcando mi pasión de amor,
de madre amaneciendo a cada paso tuyo, día a día.

Y sólo anhelo proteger tus vuelos
porque aunque no esté, estaré siempre.
Velaré a tu lado en las tristes derrotas,
arropándote en la cabecera de tus sueños.
Susurraré mi amor con otra nana,
y si es necesario
te hilaré otro mundo de cometas…
Te encenderé de estrellas cada noche
para alumbrarte el camino.
No te dibujaré la senda,
pero caminaré contigo
y haré magia para tí,
hasta que la vida de nuevo te sonría.
.
.
.
.

No hay comentarios: